sábado, 29 de marzo de 2014

Tocar fondo

Hay muchas cosas inspiradoras en el mundo. A unos les inspira una canción, a otros un libro, una película, una sonrisa de un desconocido, un gesto, una ráfaga de viento, una farola que se enciende en un callejón...

Si nos fijamos en la mayoría de las películas o en las tramas de nuestros libros favoritos sacamos un patrón común, y es que si hay algo que todos los personajes necesitan es tocar fondo. 
En el cine vemos al profesional que trabaja más horas que el reloj para poner un plato de comida sobre la mesa y que no pierde la sonrisa o a la bailarina que lucha por seguir su sueño sin descanso, pero da igual que hablemos de danza, de oficinas, de música o de minas; todos llegan a un punto en el que están al límite.
La siguiente escena tendrá un toque melancólico y triste y el personaje se irá a admirar la puesta de sol a la playa, a correr bajo la lluvia o a ver el tráfico nocturno para despejar sus ideas y tomar una decisión. Es entonces cuando la banda sonora aumenta decibelios y él o la protagonista lo dan todo para conseguir lo que se proponen sin importar lo que hayan perdido o dejado de ganar.

A lo mejor todos tenemos que tocar fondo y conocer nuestro límite. No hablo de muertes trágicas ni de amistades verdaderas que se rompen, pero si de llegar a un punto del que dependa todo tu futuro. Ese instante en el sabes que el próximo movimiento que hagas va a determinar tu éxito o tu fracaso.




Se supone que las decisiones más importantes en la vida nunca son fáciles, así que quizá es por eso que hay que tocar fondo para llegar a la cima de un salto.

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