jueves, 30 de enero de 2014

Palabras

Busco palabras con reactores supersónicos, capaces de  propulsar la materia más rígida.

Palabras que no necesitan argamasa para juntarse y que al hacerlo aceleren mis partículas hasta que me desmaye.

Busco palabras que dieron de beber inmortalidad, y que sirvieron para escandalizar a reyes y a dictadores.

Palabras que sean capaces de acurrucar mi abandono, y que funcionen como tenaces palancas desencallando desilusiones y angustias.

Busco palabras con el músculo suficiente para derrumbar las franjas del infortunio, y con la ternura adecuada para hacer danzar al tiempo entre mis graves penumbras y mis cuevas de luz.

Palabras que por la mañana enjabonen mi nostalgia para limpiarla y rejuvenecerme, y que de noche me arropen, augurando sueños de astral lentitud.



Busco palabras que se acurruquen en mí sin querer escapar silenciosamente de madrugada, que me miren transparentes y me digan quien soy y que hago aquí.

Palabras que no teman estar en primera línea de fuego, protegiéndome, y que me prometan que no seré yo el que muera en esta batalla.

Busco palabras que crezcan como acacias y se extiendan como benignos rumores, que esparzan pétalos de colores tan intensos que ni el crepúsculo pueda cubrir.

Palabras que compriman la historia de este mundo en un suspiro, que mantengan la llama de todos los que se han ido, también de aquellos que aún no han venido.

Busco palabras de hierro, de gelatina, de seda, de hormigón armado.


Palabras inoxidables, alquimistas, heroicas, humildes. 



Palabras con forma de dodecaedro, de nube imposible, de tobogán, de isla.

Busco palabras que me ayuden a pintar el sol, y que remen sincronizadas sobre las atmosferas más ásperas.
Palabras que sepan al verano en que me enamore por primera vez, que huelan a mamá, que hablen y me hagan olvidar el silencio, que esperen fieles a que me ponga a jugar con ellas.

Busco palabras que cosan incomprensiones, y que desaten la vida de toda circunstancia.

Palabras que escriban cartas de amor al otro lado del tiempo, que conviertan a extraños en amantes y lejanos horizontes en hogares.

Palabras que sean imanes y atraigan a todas las lunas, a todas las horas, a todos los amores que dejé pasar, que calmen mi hambruna y mi sed de realidad, que me hagan olvidar la gravedad, y que me muestren la única gran verdad.

Busco palabras que expresen lo que fui, lo que viví.

Busco palabras que no tengan miedo de mí. 


                                                                                                               - Nach. Los viajes inmóviles - 

lunes, 27 de enero de 2014

Relojes

Hay días que son simplemente grises, que llegan y te pisan, como si de una manada de elefantes se tratara. Te quedas en un estado cercano a la catatonia, con las ganas y la energía mutiladas, esperando a que termine el día, después a que empiece otro, y así sucesivamente.

No nos damos cuenta de que esta sucesión de los días hace una vida, ese ente tan difícil de conseguir que no regalan en las tómbolas y que no viene con cargador, que si se acaba se acabó, chao, adiós.
En ese sentido no hay segundas oportunidades, una vida, nada más, nada menos. Habrá personas a las que les parezca insignificante pero eh, amig@, espera un momento y piensa en lo que significa la palabra vida y lo que conlleva, y luego dime si es algo que te puedes tomar a la ligera.

"El tiempo es oro". No nos damos cuenta de cuan caro es el tiempo. El tiempo es un regalo. Que las personas a tu alrededor pasen su tiempo contigo es algo inigualable porque no pueden reponerlo. Los momentos se escapan y los relojes con su tic-tac no paran, no te dan ni un respiro.

Tendríamos que ser como los relojes, implacables. Con su movimiento interminable ante viento y marea, siempre hacia delante. ¿Vas a decirme que viste a algún reloj ir hacia atrás? Lo dudo. Paso a paso, segundo a segundo, momento a momento.

Habrá alguien que dirá que los relojes se quedan sin pila. Vale, ¡si! Pero no te preocupes, porque alguien vendrá a cambiarla, a darte un empujón y a mover la aguja hacia delante.

Que lo que cuesta es empezar, que luego todo va rodado y llegan esos días soleados en los que los pajaritos cantan. O no, y amanece con tormenta y lluvia, pero a ti te da igual porque aprendiste a valorarla por lo que es, porque la vida está llena de cosas buenas y tú, pequeño relojito, aún no las has visto todas.